Feliz no cumpleaños a todos.
Hoy, durante mi etapa de reflexión en matemáticas estuve meditando sobre la utilidad de los exámenes, más bien su nulidad. En toda mi época estudiantil nunca he encontrado ninguna utilidad a memorizar palabras como borregos durante dos semanas, escribir un 2% de ellas y olvidarlo todo en cuestión de un mes.
Resulta alucinante cómo personas preparadas, cualificadas, y que dedican su vida al hecho de que la educación sea correcta, sometan a la pobre juventud a la presión psicológica y física que, como es obvio, no tienen finalidad alguna.
Me encontráis inmerso en el fantástico mundo de las letras escritas en páginas (apasionante sin duda), y como el miedo lleva a la ira, la ira al odio y el odio al lado oscuro he optado por olvidar durante unos minutos a mis señores amigos que llevan siglos muertos.
Aprovecho estos instantes de meditación para señalar que espero no ser el único que opina que la evaluación debería ser constante, y debería estar a juicio del profesor que un alumno pase curso o no. Así, las notas serán cosa del pasado, la presión de alcanzar un número no existirá y por lo tanto la gente trabajará más.
2+2=4, si es que pensando un poco, el sistema tiene solución.
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